El docente de la Politécnica Hilario López se mudó a la ciudad desde Ponferrada hace ya varias décadas dispuesto a iniciar su formación como ingeniero. Cuando venía por la carretera vieja de Pajares con su padre al volante, asustado por la niebla y el mal tiempo, no se imaginaba que acabaría siendo uno de los impulsores de la que hoy se conoce como la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, pero que por entonces se dividía en tres centros separados y sin apenas relación con la universidad regional. Así lo recordó ayer en su primer discurso como «nuevo embajador oficial» de Gijón según el galardón otorgado por el Club de Empresas de Turismo de Negocios y que supone un reconocimiento a su trayectoria profesional como docente, director e impulsor de la coordinación del centro.

López, que acabó siendo director de la escuela entre 2010 y 2014, afirmó que no optó a un tercer mandato al frente del proyecto porque creyó eso era «lo mejor para los alumnos», una sensación que ya había vivido cuando dio un paso al frente para lanzar la EPI. «Aunque no optase al tercer mandato, todavía hoy no pasa ni un día sin que lo eche de menos», reconoció. Ahora, sin embargo, se siente satisfecho con poder «haber hecho vida» en la ciudad y criar a sus dos hijos, a quienes lanzó ayer una pequeña indirecta: «En Gijón también espero poder tener nietos».

La EPI nació, a su juicio, “por necesidad” y no por capricho, así como con la certeza de que unificar los planes de estudios y elaborar un único logo que sirviese de “seña y prueba” de la vinculación de la formación de ingeniería de Gijón con su ciudad y con la Universidad de Oviedo, cuyas posturas hasta entonces se habían mantenido un tanto distantes. “Sabíamos que era difícil pero creíamos que era importante hacerlo; por suerte, todos los equipos directivos que ha habido desde entonces han sido maravillosos”, agradeció, recordando el apoyo final de también aquellos que al principio no veían el proyecto con buenos ojos. “Hasta los que no estaban de acuerdo arrimaron el hombro y respetaron la postura mayoritaria.

Me demostraron que un adversario no tiene por qué ser un enemigo; fue una gran lección y este premio es hoy también suyo”,
reconoció. La alcaldesa Ana González, por su parte, que animó a los asistentes a “poner un ingeniero en su vida”, alabó el talante “generoso y solidario” del premiado y fijó como “ruta de futuro” impulsar un modelo de turismo similar al que promueve el club organizador, centrado en los negocios y los congresos. “Hemos cerrado el mejor verano de nuestra historia en número de visitantes y ocupación hotelera, pero Gijón tiene que seguir con vida el resto del año”, aseguró. Lo mismo piensa de la Milla del Conocimiento, a su juicio, “un ejemplo de lo que debe ser toda la ciudad en el futuro”.

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